La EOL: una apuesta

Con la herramienta del "Tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada", Alejandra Eidelberg lee la apuesta sostenida desde los debates del Movimiento hacia una Escuela, como un entrecruzamiento entre libido y episteme, recordándonos que una lógica colectiva se sostiene en un cálculo "de pura lógica" con otros, pero impensable si no se le articula, además, un deseo vivo. Lo que implica tomar el riesgo...

"(...) la apuesta que será lanzada el próximo 3 de enero, si bien no es sin riesgo, no es mediocre".

J.-A. Miller, 25/12/91 (De La Carta del Movimiento hacia la Escuela Nº 7)

Hace diez años esta apuesta producía un viraje fundamental: el movimiento hacia una escuela se transformaba en una Escuela en movimiento: la Escuela de la Orientación Lacaniana – EOL. Sin duda, Lacan habría dicho que "el tiempo la acosaba por detrás" hacia el acto de su fundación, precipitado por la apuesta previa de aquellos que habíamos adherido a ese movimiento.

La apuesta de cada cual obedecía al momento de concluir el tiempo de comprender si una o varias escuelas del Campo Freudiano en la Argentina. Varios coincidimos en el mismo aserto de certidumbre anticipada: una Escuela, apuesta riesgosa pero no mediocre. ¿Por qué?

En un sentido general, porque se corría el riesgo de un acto cuya certeza no estaba asegurada de antemano y esto ya implicaba ir en contra de la mediocridad cobarde de la inercia que engendra error, como en toda apuesta que se basa sobre un cálculo cuyo límite no está objetivado.

En un sentido más específico –quizás debería decir más subjetivo–, el riesgo de apostar a lo múltiple en el seno de una comunidad de trabajo ya había demostrado tener efectos demoledores de la necia mediocridad propia de las identificaciones imaginarias grupales.

Este efecto había sido evidente para mí en los eventos organizados durante el tiempo del "movimiento hacia la Escuela", del pre-acto fundacional, de la "Hora cero" que enmarcó la "hora del debate".

Guardo recuerdos imborrables de esos acontecimientos en los que la discusión de ideas era sostenida por sujetos con derecho a pensar por sí mismos, uno por uno, confrontados a otros en una rivalidad "de pura lógica", exenta de pregnancias imaginarias mediocrizantes, pero encarnada en cuerpos vivientes en movimiento que avanzaban, se detenían, volvían a avanzar a través de los argumentos y acciones que desplegaban con un entusiasmo contagioso.

El afortunado encuentro entre libido y episteme es el rasgo que recorto de ese tiempo del pre-acto fundacional y conclusivo de la EOL, que también fue el de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

Es un tiempo que a veces he añorado a lo largo de estos diez años transcurridos.

Agradezco mucho a Virtualia la posibilidad que me ha dado de compartir con mis colegas estos recuerdos que exceden para mí lo virtual de las imágenes que evocan, pues portan también la marca indeleble del rasgo de una comunidad que en ese momento me permitió anudar a ella mi transferencia de trabajo en el campo psicoanalítico.

La EOL en movimiento sigue las huellas dejadas por Lacan, y los hitos de su recorrido llevan la marca del deseo vivo de Miller, quien, diez años más tarde, renueva con vigor el riesgo de una apuesta, multiplicando esta vez la invitación a participar en un juego de lógica colectiva a toda la comunidad psicoanalítica mundial que esté dispuesta a navegar contra la inercia de la mediocridad intelectual, creando un polo de debate desde el psicoanálisis.

Miller mismo se pregunta en su quinta Carta Abierta... si sabrá hacer jugar bien el juego. También podemos preguntarnos si sabremos jugarlo bien desde la EOL en la Argentina de 2001, donde hasta el mismo significante "riesgo" está enajenado por el discurso capitalista posindustrial, cuyos agentes son los que, ahí donde hay riesgo, justamente no apuestan.

Nuestra lógica como psicoanalistas es la inversa de ésta. Buen momento, entonces, para ponerla a prueba una vez más.