Noviembre 2020 • Año XIV
#39
La Ola de Caracas...

LACANCARACAS

Adrián Scheinkestel

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Encontré esta palabra casi musical, que es la soldadura de una ciudad de América Latina con el nombre de J. Lacan, y que es un modo de nombrar ese acontecimiento que fue para mí y para muchos de mis contemporáneos, el encuentro con la presencia, de este lado del Atlántico, de quien marcó para siempre nuestras vidas.

Allí se inició una serie que nos reunió cada 2 años, dándole cuerpo al giro internacional que se produjo en aquella ocasión en el campo del psicoanálisis freudiano reinventado por la enseñanza de Lacan. Este giro fue el primer movimiento de lo que confluiría en 1992, con la fundación de la amp por J.-A. Miller.

La interrupción de esta serie en este 2020 a causa de la pandemia, puso de manifiesto lo serio que ella vehiculiza.

A ese instante intenté capturarlo con una cámara lúcida que dejó como saldo algunas fotos, que circularon por aquí y por allí.

La reunión de Caracas fue para muchos de nosotros un reencuentro impensado.

Mi formación había comenzado 10 años antes con alumnos de Oscar Masotta, entre otros referentes; y fueron los años 72/73/74/75, tiempos muy extraordinarios en los cuales fue posible reunirnos institucionalmente alrededor de la formación y la transmisión del psicoanálisis.

Buena parte de todo esto quedó trunco con la suspensión de las garantías democráticas, que dio origen a una diáspora que llevo al exilio obligado a muchos, y a otros que nos quedamos, a un exilio de nuestra propia subjetividad.

Caracas fue así la posibilidad de un reencuentro con un poder decir, sin la mordaza del miedo instalado en la cotidianeidad de nuestras vidas en un país muy golpeado.

Aquella reunión dio origen a una nueva comunidad de trabajo y fue el comienzo de la orientación lacaniana que hizo posible la construcción de ese lazo inédito que Lacan había conceptualizado como Escuela.

Y aquí me detengo a narrar brevemente algo que nunca comuniqué a nadie en todo este tiempo, un pequeño witz.

Una de las actividades programadas para el Encuentro fue la proyección de Televisión (1974), y que me disponía a ver por primera vez.

Era algo paralelo, más bien al costado de todas las otras presentaciones.

En la sala no había mucha concurrencia.

Una vez comenzada, veo entrar a mi derecha y sentarse muy cerca a Lacan, sin compañía alguna. Mi mirada se desplazó de uno al otro.

La imagen de sí mismo, con la vehemencia de sus gestos desplegados tan solo unos años antes, parecía capturar extrañamente su atención.

Es una de las escenas que nunca olvidaré, de todas las que allí se sucedieron.

¿Por qué?

Quizás, en ella confluían el nacimiento de una Escuela, la vida de un gran hombre y la certeza de ser parte de un legado que con los años iría a pagar con mi propia existencia.

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