AÑO XVI
Septiembre
2022
41
La transitoriedad de la vida

De la transitoriedad a la contingencia

Sabina Serniotti

Rodrigo Reinoso - Hyperglycémie-91

En su artículo "La transitoriedad",[1] Freud comenta que estando de paseo en una campiña con dos amigos surge una conversación que le presta material para elaborar la siguiente pregunta: ¿qué posición pueden tomar los hombres ante el carácter transitorio o efímero de lo bello y lo perfecto, ya se trate de una belleza natural, del cuerpo o de los propios productos de la cultura? El estar afectados de este rasgo de caducidad, ¿opaca la posibilidad de su goce?

De este análisis distingue dos posiciones, una deriva en el hastío del mundo ‒la posición pesimista‒ y otra, en una rebeldía que reclama una excepción. En ambas Freud advierte esta exigencia de eternidad congruente con nuestra vida desiderativa. Interpreta ambos casos como una revuelta anímica contra el duelo, afectando en cada uno la capacidad de goce.

Freud no duda en afirmar en este texto que el duelo es entonces un gran enigma, que describe los fenómenos clínicos a él asociados tales como el empobrecimiento libidinal del yo, la pérdida de interés en el mundo exterior ‒en todo lo que no recuerde al muerto‒, inhibiciones y otros fenómenos de locura en el yo, que también se dan en la melancolía, a excepción de la perturbación del sentimiento de sí, propio de esta última.

Cuando se produce una pérdida o destrucción del objeto amado, Freud advierte que la libido no abandona de buen grado los objetos, aun cuando su sustituto ya asoma, y por el contrario, se enfrenta a un trabajo psíquico ‒el duelo‒ que demanda al sujeto un gran gasto de energía y un tiempo considerable, que una vez concluido haría posible que el yo se vuelva otra vez libre y desinhibido, y pueda tomar a otro objeto como sustituto o retirarse al yo.

En el párrafo siguiente, Freud contextualiza esa conversación con el poeta y con su amigo que dieron lugar al ensayo: había tenido lugar un año antes de que se desatara la Guerra y, entonces, refiriéndose a las pérdidas que ella ocasionó, hace un breve análisis acerca de las posiciones que los hombres toman ante lo perdido. Lo amado y preciado que la guerra les arrebató a los hombres, también puso al desnudo la caducidad de lo que se creía permanente. Freud discute con el poeta pesimista y argumenta que no cree que la transitoriedad de lo bello conllevara su desvalorización y subraya, por el contrario, que puede significar un aumento del valor. Enfatiza que: "La restricción en la posibilidad del goce lo torna más apreciable".[2]

En el segundo apartado de "De guerra y muerte. Temas de actualidad", Freud reflexiona acerca de nuestra actitud frente a la muerte y cómo se ve perturbada ante la guerra cuando ya no se deja desmentir, "estábamos dispuestos a sostener que la muerte es el desenlace necesario de toda vida […]. En suma, que la muerte era algo natural, incontrastable e inevitable".[3] Sin embargo, hemos manifestado una inequívoca tendencia a eliminarla de la vida y formula que en el inconsciente la muerte propia es irrepresentable,[4] la muerte no tiene representación, pero sí, es anticipable.

Freud nos propone al trabajo de duelo como un trabajo de simbolización de la pérdida a nivel significante y Lacan avanza en plantear al duelo, no solo desde esta perspectiva, sino también, en el registro de lo real en términos de una elaboración traumática.[5] En el duelo se trata de una pérdida real de un objeto que produce un agujero que el significante no alcanza a suturar y no puede alcanzar a nombrar, ni a bordear esa falta en lo real.

Así como Freud, a partir del análisis de la transitoriedad de la vida, interpreta la exigencia de eternidad enlazada al deseo y a la falta de representación de la muerte en el inconsciente, Lacan, a partir de su orientación por lo real, lee la exigencia de eternidad en el mismo funcionamiento significante y, desde allí, la conecta con el goce al formular al significante mismo como causa de goce.

La vida, ese concepto problemático

La interpenetración de la vida y la muerte en psicoanálisis está presente de un modo topológico a lo largo de la obra de Freud, así como en la enseñanza de Lacan. Ya en 1955, Lacan formula sobre el fenómeno de la vida: "Permanece en su esencia completamente impenetrable, sigue escapándosenos más allá de lo que hagamos".[6] La definición acerca de qué es la vida, en psicoanálisis, nos confronta a un no saber, el saber allí se nos escapa.

En La ética del psicoanálisis,[7] plantea la función de la muerte en la vida y la traduce como una invasión: la muerte invade la vida, lo que equivale a la desaparición del significante y al mismo sujeto como barrado. Asimismo, Lacan habla de una segunda muerte ligada a la verdad, que nombra "falta en ser significante del sujeto", es decir, el significante único. Entonces, por un lado, el significante produce esta invasión de la muerte en vida y, al mismo tiempo, cumple una eternización del sujeto en su unicidad. (La muerte que individualiza).

La dicotomía introducida en torno a la distinción entre la biología freudiana y la biología propiamente dicha[8] refleja la diferencia que hay entre el cuerpo y la vida, y se advierte en el hecho de que la vida como tal sobrepasa la vida del cuerpo individual, la cual no es más que una forma transitoria de aquella. Jacques-Alain Miller resalta en La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica que no sabemos qué es la vida, solo sabemos que sin ella no hay goce. De allí la formulación del principio: "La vida es condición del goce, una condición necesaria, pero no suficiente".[9] En este contexto la vida, quizás, merecería ser calificada de real.

Lacan, en su Seminario Aún, dice respecto de la vida que "No sabemos qué es el ser viviente excepto que es un cuerpo, eso se goza".[10] La diferencia entre vida y cuerpo apunta a discernir de qué cuerpo estamos hablando: no se trata del cuerpo simbolizado, ni del cuerpo imagen, sino del cuerpo vivo. Se trata de captar qué sentido darle a este término.

J.-A. Miller, en Piezas sueltas, donde retoma hilos de lectura que se desprenden del Seminario El sinthome, plantea que la relación que Lacan perdió a nivel sexual ‒cuya inexistencia en ese nivel formuló‒ reaparece en el nivel corporal.[11] No hay relación sexual, hay relación corporal y Joyce es un ejemplo.

A partir del acento que pone Lacan en su última enseñanza, en la instancia de la vida, de la vida del cuerpo del parlêtre, de la vida del cuerpo que se consume, es que podemos poner en valor la frase de Lacan, "es preciso librarse de la idea de eternidad, es preciso hacerlo para dar su lugar a la instancia de la vida transitoria, de la vida mortal, de la mortalidad".[12]

La antinomia entre el significante y el ser vivo insiste bajo diversos modos: cuando estamos en el significante, cuando pensamos a partir del significante seguimos enredados en la idea de eternidad. Es entonces que investigar la vía que abre la relación del parlêtre con el cuerpo, y ya no la del sujeto con el significante, nos orienta por las vías del síntoma y la contingencia.

BIBLIOGRAFÍA

  • Cazenave, L., "El troumatisme del duelo", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.° 30, Grama, Bs. As., noviembre de 2021.
  • Freud, S., (1915) "De guerra y muerte. Temas de actualidad" y (1916) "La transitoriedad", Obras completas,Vol. XIV, Amorrortu, Bs. As., 1975.
  • Lacan, J., (1954-1955) clase del 12 de enero 1955, El Seminario, Libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 2009, p. 299.
  • Lacan, J., (1959-1960) El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2016.
  • Lacan, J., (1972-1973) El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Bs. As., 2013.
  • Miller, J.- A., Piezas sueltas, Paidós, Bs. As., 2013.
  • Miller, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 2013.

NOTAS

  1. Freud, S., (1916) "La transitoriedad", Obras completas,Vol. XIV, Amorrortu, Bs. As., 1975, p. 309.
  2. Ibíd., p. 305.
  3. Freud, S., (1915) "De guerra y muerte. Temas de actualidad", Obras completas,Vol. XIV, óp. cit., p. 280.
  4. Ibíd., p. 300.
  5. Cazenave, L., "El troumatisme del duelo", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.° 30, Grama, Bs. As., noviembre de 2021.
  6. Lacan, J., (1954-1955) clase del 12 de enero 1955, El Seminario, Libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 2009, p. 299.
  7. Lacan, J., (1959-1960) El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2016.
  8. Miller, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Bs. As., 2013.
  9. Ibíd., p. 319.
  10. Lacan, J., (1972-1973) El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Bs. As., 2013, p. 20.
  11. Miller, J.-A., Piezas sueltas, Paidós, Bs. As., 2013, p. 417.
  12. Ibíd., p. 418.