El tiempo de mi gestión como directora de Virtualia ha coincidido con el 150 aniversario del nacimiento de Freud. Esto ha sido para mí un acontecimiento imprevisto.
Guillermo Belaga, Director de la EOL, me propuso hacer un número extraordinario dedicado a Sigmund Freud, enlazándolo así en la serie de lo que no voy a llamar "homenajes". No lo voy a llamar así, no porque Freud no los merezca, sino porque habitualmente se homenajea a los muertos. Y si justamente conmemoramos el 150 aniversario del nacimiento de Freud, es porque queremos tomar lo vivo, lo que Freud hizo nacer.
Inventor del psicoanálisis, descubridor del inconsciente, se lo ha puesto a la altura de Copérnico. Descentró al hombre que se creía amo de su saber para enfrentarlo a un saber que, si bien lo determina en su discurso, escapa a su dominio.
Que hoy Freud siga siendo polémico, hasta despertar las críticas más hostiles y falaces –como las recientemente aparecidas en el Libro negro del psicoanálisis- da cuenta de que lo que hizo saber a la humanidad, no la ha dejado indiferente. Un hombre del siglo XIX, cuyo pensamiento subversivo aún despierta pasiones en los albores del siglo XXI.
Los textos que podrán leer en este número testimonian de lo revolucionario de su discurso, así como de su permanente preocupación por los acontecimientos de su época, marcada por diversos avatares de los cuales el movimiento psicoanalítico no quedó exceptuado. La primera guerra mundial, luego el ascenso del nazismo, lo conmovieron y marcaron, en vida de Freud y también luego de su muerte.
Dos entrevistas a Freud, una de 1926 y la otra de 1933, muestran la lucidez de su pensamiento, así como su deseo de vivir más allá de los dolorosos momentos por lo que tuvo que atravesar, su enfermedad, el exilio.
La entrevista a Eugénie Lemoine de 1998, publicada en su memoria meses después de su muerte, da cuenta de la preocupación de Freud y la guerra en su interlocución con Zweig, Einstein y Wilson.
La entrevista que le realizara el diario EL País, en Madrid, a Judith Miller, retoma la conferencia que diera en las jornadas sobre Sigmund Freud, en dicha ciudad y en la que destacaba la importancia del retorno a Lacan y a Freud dado que hoy estamos en un momento en que el psicoanálisis debe responder a preguntas nuevas que vayan en consonancia con los nuevos síntomas de la época.
Elisabeth Roudinesco en "La América freudiana" nos habla de la historia del psicoanálisis en los Estados Unidos antes y después del exilio obligado de muchos analistas europeos durante el nazismo, y la renegación que tuvieron que hacer estos emigrados para poder integrarse a la cultura americana que –como dijo Freud- "han transformado al psicoanálisis en una mucama para todo servicio de la psiquiatría".
Philippe Sollers en "Freud, Dostoyevsky, la ruleta" da muestras una vez más de su poética erudita al interrogar el análisis que en su momento hizo Freud de la figura de Dostoyevsky, y da su propia versión de lo que Lacan nos dice respecto a que el artista siempre le lleva la delantera al psicoanalista.
Serge Cottet, en "El descubrimiento de Freud" texto que si bien fue publicado en 2002 tiene absoluta actualidad, ya que no solo afirma que lo esencial en Freud está en la invención de una nueva figura del sujeto sino que también sostiene que la doble referencia de la obra freudiana tanto al alma romántica y a Goethe como al positivismo austriaco, es lo que le permitió que hoy pueda abordárselo con la garantía de la modernidad.
Éric Laurent en "La ascesis freudiana: las cartas a Fliess", desarrolla la novedosa interpretación que hizo Jacques Lacan de esta relación, a diferencia del psicoanálisis anglosajón. La correspondencia da cuenta del nacimiento de la figura del "analizante" que Freud mismo fue el primero en encarnar. Lo que verifica la sentencia de Lacan: "una práctica no necesita ser esclarecida para operar".
Germán García en "Freud y el gusto de nuestra época", nos habla de Freud no solo como un antepasado sino como alguien que es también nuestro presente y nuestro porvenir. Es el "gusto" que dictamina lo que es perdurable. Al decir de Jacques Lacan, el psicoanálisis no cayó del cielo, sino que camino cierto tiempo "en las profundidades del gusto".
En "Actualidad de los debates freudianos en la civilización del trauma", Mónica Torres desarrolla cómo los distintos momentos históricos atravesados por Freud lo llevaron a posiciones opuestas en cuanto a la indicación y contraindicación de los análisis gratuitos; su posición en 1913 en "Sobre la iniciación del tratamiento" a la que sostiene respecto de la Clínica de Berlín fue testimonio de ello. Dan cuenta de un antes y después de la "masacre".
Resta mi agradecimiento a Germán García, ya que es por su gentileza y generosidad que pude tener acceso al Magazine Littéraire, hors-de-série, nº1, del cual extraje algunos textos.
Mi especial gratitud a Judith Miller quien con su apoyo entusiasta obtuvo la autorización para que pudiera publicar los textos de Philippe Sollers, Elisabeth Roudinesco y Eugénie Lemoine.
Por lo demás queda en manos de los lectores que los textos aquí recopilados sirvan para reavivar la causa analítica, que el deseo de un hombre, Sigmund Freud, arrojó una vez al mundo.